"...Soñé que asistía a mi propio entierro, a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne, pero con un ánimo de fiesta. Todos parecíamos dichosos de estar juntos. Y yo más que nadie, por aquella grata oportunudad que me daba la muerte para estar con mis amigos de América Latina, los más antiguos, los más queridos, los que no veía desde hacía más tiempo. Al final de la ceremonia, cuando empezaron a irse, yo intente acompañarlos, pero uno de ellos me hizo ver con una severidad terminante que para mí se había acabado la fiesta. <>, me dijo. Sólo entonces comprendi que morir es no estar nunca más con los amigos."
23 de mayo de 2011
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